Ser diferentes a los demás, ¿Por qué no?

Desde muy pequeña, siempre había pensado que las demás personas actuaban y se expresaban de una forma bastante igualitaria frente a las situaciones cotidianas, dónde la sociedad y el inconsciente colectivo siempre han tenido el papel de unificar una persona tras otra.

Con el ánimo de querer “encajar” en la sociedad, durante mi adolescencia hasta un poco antes de los 30’s, fueron muchos los golpes y las frustraciones que enfrenté, pues mi pensamiento y mis emociones no siempre estaban de acuerdo con los pensamientos y emociones de los demás, creando en mí una especie de aislamiento, que en el fondo me sirvió enormemente para comenzar a descubrir que ser diferente a los demás era un plus de mi propio Ser.

Sigue a tu corazón

Tras una educación tradicional en casa, un colegio religioso y unas normas que imprime nuestra cultura, tomé la decisión de entrar en un profundo conocimiento de mi misma, y de enfrentar muchas críticas y juzgamientos, porque los cambios positivos para nosotros mismos traen bienestar, pero, para los demás son blanco de juicios.
Sin embargo, haciendo caso omiso de todas las adversidades, me dediqué a seguir lo que mi propio corazón me ha dictado, adentrándome a un mundo espiritual maravilloso y siendo testigo propia de cambios abismales en mi vida.

Respeta tus convicciones

Ser diferente, siempre y cuando te haga sentir lo suficientemente bien contigo mismo, sin hacer daño a los demás, respetando tus propias creencias y convicciones, siendo fiel a ellas y actuando en coherencia mental, espiritual y emocional, te hace grande interiormente, hace que el Dios que está dentro de ti comience a actuar por ti.

Hacer la diferencia en la sociedad, es construir sociedad, es quitarse el vendaje que muchos hemos tenido desde pequeños y mirar un poco más allá, con confianza, fe y esperanza.

Es comenzar a pintar un mundo diferente para nosotros mismos y para nuestros hijos.